El resultado de la elección disparará decisiones del Gobierno en materia económica. Se habla de cambios en el gabinete económico y hasta de medidas nuevas. 

En relación a lo primero la mayoría de los análisis acerca de cómo reconfigurar el Gabinete girará sobre la figura de Martín Guzmán. Es un clásico del oficialismo. Lo hizo Raúl Alfonsín en 1989 (cuando Eduardo Angeloz perdía con Eduardo Menem en las encuestas) y Mauricio Macri en 2019 (salió Nicolás Dujovne, entró Hernán Lacunza). ¿Por qué no lo haría el peronismo, máxime si los cuestionamientos vienen dentro de la propia fuerza?

​Se sabe (se sabía) que la tensión entre un ministro de Economía y el ala política de un gobierno se potencia en los años electorales. En el caso de Guzmán y La Cámpora particularmente los cuestionamientos escalaron más allá de la puja habitual por ‘la caja’ en los últimos meses. La Cámpora le reprocha al ministro no sólo el ajuste fiscal del primer semestre (hubo déficit fiscal cero), sino también exponer públicamente a Federico Basualdo (el subsecretario de Energía Eléctrica que tiene respaldo de Cristina Kirchner y Guzmán quiso echar), además de hacer campaña en el último tramo cuando la inflación está arriba de 50% anual. Hablan de “torpezas” por parte del Ministerio de Economía.

En relación a lo segundo (medidas nuevas del Gobierno), las especulaciones girarán alrededor de dos decisiones posibles. Unas es pisar el acelerador del gasto inyectando más pesos en la economía y quemar las naves. La otra, brindar señales de giro y así aspirar a captar la atención de un electorado que le fue esquivo. Lo primero sería profundizar el rumbo hacia una economía más intervenida, con más peso del Estado en las decisiones y subir al escenario a Axel Kicillof. El segundo sería iniciar un camino (incipiente) para corregir los desequilibrios de la economía. Podría incluir alguna definición en la negociación con el FMI. Sergio Massa empuja por ello. Se dice que Martín Redrado tendría preparado proyectos de ley si es convocado.

Cuáles son las principales variables a monitorear ante este sendero frente al que está la economía argentina y se bifurcará.

Inflación

Se espera para los próximos meses una caída en la tasa de inflación según el Estudio Broda. Mañana sale el dato de agosto y podría ser el número más bajo (menos de 3%) en casi un año (desde el IPC de septiembre). El Gobierno dirá que las medidas tomadas surgieron efecto como la prohibición de exportar cortes de carne.

Pero esa tendencia a la baja en los precios que se proyecta (si es que ocurre finalmente y que además es temporal porque se consiguió pisando tarifas y dólar), podría durar poco si a partir de la derrota electoral decide deteriorar las cuentas fiscales más aún de lo que ya lo viene haciendo desde julio. Si ponen más pesos en la calle la desinflación se abortará y la inflación que se espera para 49% en el año (estimación del REM), podría cerrar tranquilamente arriba del 50%.

Bola de Leliq y tasas

La deuda del Banco Central aumentará si el Gobierno sale ahora a volcar más plata a la calle. Esto es porque Miguel Pesce tendrá que emitir más Leliq para contrarrestar esa emisión y no recalentar los precios. Las Leliq son letras que la autoridad monetaria coloca a las entidades a cambio de que estas le den sus pesos y así descomprime la tensión inflacionaria.

La consultora Delphos estimó este viernes que la suma de Leliqs + Pases sería $ 4,8 billones a fin de año (10,8% del PBI) con una emisión de intereses de $ 1,3 billón (3,1% del PBI). Pero si el kirchnerismo pisa el acelerador la bola de deuda del Central sólo aumentará y podría generarse un círculo vicioso como ocurrió en los 70 y 80 con el mecanismo de la cuenta de regulación monetaria y los encajes remunerados. Todo esto significó más inflación (volviendo al punto 1).

El IERAL, de la Fundación Mediterránea, calculó que si en lugar de un déficit primario de 3,5% del PBI a fin de año, el déficit fuera de 5% del Producto, y a Guzmán se le complicara convencer a los inversores que renueven sus depósitos y hasta fin de año consiguiera el mismo ratio de agosto (98%), la bola de Leliq + pases alcanzaría el nivel más alto desde 2017, “el máximo anterior y previo a la crisis licuadora de 2018”.

En un escenario en el que el Gobierno anuncie que acelerará las conversaciones con el FMI o que corregirá distorsiones, la demanda de pesos podría aumentar y así aflojar la deuda del BCRA.

Las Licitaciones de Guzmán

“No descartamos que las próximas licitaciones el roll over pueda ubicarse por debajo del promedio de los primeros ocho meses del año (119,6%)”, dice un trabajo de Anker Latinoamérica. La decisión de aumentar más el gasto podría ahuyentar el respaldo de los inversores que Guzmán necesitará en los próximos meses para refinanciar el déficit fiscal. “Frente a la fragilidad de la macroeconomía, la concentración de vencimientos de pesos en el cortísimo plazo y el aumento de la exposición en riesgo soberano de los bancos, la tensión cambiaria y la presión sobre la tasas de interés en pesos aumentaría”.

¿Podría haber un reperfilamiento de la deuda en pesos en caso de que el refinanciamiento se ubique por debajo del 100% si los inversores se preocupan y empiecen las preguntas en el mercado? “Asignamos una probabilidad muy baja a este escenario -dice Anker Latinoamérica-, ya que creemos que sería una medida extrema que el Gobierno sólo convalidaría agotadas todas las instancias previas”.

Dólar y brecha cambiaria

En diez días el Gobierno pagará la primera cuota al FMI del préstamo que tomó en 2018. Son unos US$ 1.800 millones. Los cancelará con los derechos especiales de giro, unos títulos que emite el Fondo Monetario y giró al país como parte de una ayuda extra que el organismo dio a todos sus miembros con motivo de la pandemia.

El problema es que en diciembre hay otro vencimiento igual y en marzo uno aún mayor (US$ 4.800 millones). Conclusión: no hay reservas suficientes (las netas están en unos US$ 6.152 millones y las netas líquidas en US$ 1.900 millones según cálculos de Quantum Finanzas).

Si el Gobierno opta por la estrategia de ‘quemar las naves’, las expectativas de una devaluación mayor aumentarán. Y la brecha también (hoy en 89%).

El mercado de futuros muestran tasas implícitas mayores cuanto más alejado es el compromiso firmado: los contratos de noviembre operan 2,8% por encima de los futuros de octubre y los mismo ocurre en los meses subsiguientes. Una brecha que no cede significa más problemas para la economía porque el sector privado tiene menos incentivos para liquidar exportaciones y sobrefacturar importaciones deteriorando el saldo comercial.

La brecha podría ceder (y la presión sobre el dólar) si el Gobierno da una señal (firme) de avanzar en un entendimiento con el FMI para repagar la deuda y cuál será la hoja de ruta del gasto público para los próximos años.

FMI y contexto internacional

Según un cálculo del economista Lorenzo Sigault Graviña, de la consultora Equilibra, resultará más determinante para la economía argentina el hecho de que los precios internacionales mantengan su nivel que el Gobierno firme un acuerdo con el Fondo Monetario y despeje su horizonte financiero. Wall Street registró la semana pasada la peor performance desde febrero, en gran parte, por el temor de que la Reserva Federal revierta la política de estímulos este año. Eso fortalecería el dólar y haría caer los commodities.