Parte de la película de la economía insólita argentina es que que los departamentos se compran con dólares al contado y un par de zapatillas hasta en doce cuotas.

Los compradores de autos 0km se enteran después de pagarlos que en el transcurso del mes les dirán cuando se dignarán a entregarlo y hay usados que superan el precio de los nuevos por falta de entregas.

Son sólo algunos ejemplos sobre la cabalgata de los precios y la falta de dólares que siguen profundizando los desequilibrios de una economía en la que el gobierno intenta llenar el bolsillo de la población para impulsar el consumo pero la incertidumbre laboral y una inflación cercana al 50% anual diluyen el impacto.

En el Banco Central cuentan el ingreso de dólares de a uno porque la liquidación de las exportaciones de granos y aceites menguaron y la cercanía de las PASO generaron la tradicional decisión de “desensillar hasta que aclare”.

En el otro plato de la balanza, las importaciones siguen su marcha al punto que en agosto se contabilizaron US$ 100 millones más que en junio (habían sido de US$5.909 millones) por la compra de energía en el exterior y el dato encendió luces amarillas en el tablero de control del Central.

Desde el arranque de septiembre el Banco Central intervino en el mercado vendiendo más de US$300 millones y puso un fin temporal a los tiempos de superávit cambiario probablemente hasta fin de año.

Simultáneamente aparecieron las apuestas preelectorales de los operadores financieros que impulsaron los precios de las acciones de empresas privadas y los bonos públicos.

El “rally” que comenzó el 20 de agosto, dice la consultora Quantum, muestra que” las acciones son las que mayor suba relativa” tuvieron (respecto a bonos provinciales) seguidas por la deuda soberana (los bonos que ahora están más cerca de Us$40 partiendo de los US$30 de antes de junio).

Medido en dólar libre, las acciones subieron más de 14% y los bonos en torno de 8%. Una mejora fuerte partiendo de niveles bajísimos.

Un tweet de WolfTrading consigna las variaciones de algunos activos argentinos entre las PASO de 2019 y la actualidad destacando la amplia pérdida relativa frente a la suba del dólar y la inflación

Así, mientras que el dólar contado con liquidación subió 283% en el período y la inflación fue de 123%, los activos de algunas de las principales compañías del país crecieron entre 9 y 62% sin tener en cuentas las que, por estar ligadas a contratos de servicios con el estado, dieron números negativos.

La disparada del dólar libre “abarató”  sensiblemente a la Argentina y ahora hay funcionarios que presionan para adelantar la apertura de las fronteras para que vengan turistas del exterior a aumentar la oferta de dólares en el mercado blue.

Todo bastante atado con alambre aún cuando el Central se prepara para que que el Congreso disponga una ampliación presupuestaria para poder pagarle US$1.900 millones al Fondo Monetario Internacional el próximo 23 de septiembre.

Los dólares provienen del giro extraordinario del FMI de US$4330 millones para atender necesidades por la pandemia de Coronavirus pero que se destinarán a cancelar deudas con el organismo. 

Lejos quedó la declaración del Senado impulsada por el senador oficialista Oscar Parrilli, en mayo pasado que instaba al ministro de Economía a destinar ese dinero a los gastos de la pandemia. La vicepresidente, Cristina Kirchner, giró sobre la marcha al comprobar que el Banco Central se puede quedar con pocos dólares a fin de año (las reservas netas llegarían en torno a US$3.000 millones) y que lo que se necesita para el primer cuatrimestre de 2022( en marzo vencen unos US$3.900 millones) demandará decisiones fuertes a fin de año.

Pero mientras que en el segmento de los dólares las cartas aparecen dadas vuelta, en el de los pesos la puja entre el Ministerio de Economía y el Banco Central va en ascenso.

La diferencia, que no es menor, gira en torno a determinar quien absorbe los pesos excedentes de la economía ante un posible salto de la emisión si es que el gobierno genera una lluvia de pesos en el intento de ganar las elecciones de noviembre.

En el Banco Central dicen que ya tienen bastante con tener pasivos monetarios (letras de liquidez y base monetaria) por $4 billones que lo obligan , en el caso de las LELIQs a pagar 38% anual para inmovilizar el dinero y evitar que los excedentes vayan a la compra de dólares.

En la otra vereda, las licitaciones de bonos de Finanzas son un test para un mercado que cada vez le demanda títulos de plazos más cortos y atados a la inflación por considerar que es lo que más rinde.

Este jueves  habrá una nueva subasta para cubrir vencimientos por $247.000 millones y la atención está puesta no sólo en la cantidad que logre el gobierno sino también en el costo del endeudamiento.

Hasta ahora entre el cepo y las liquidaciones del campo le permitieron al gobierno financiarse a tasas negativas frente a la inflación pero los tiempos cambian y la expectativa sobre que las PASO del domingo puedan generar otro clima para un lado y otro lleva a preguntarse:¿quien le pone el cascabel al gato de la suba de la tasa de interés en pesos?

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