Alberto Fernández defendió el cepo a las exportaciones que se prorrogó hasta el 31 de octubre luego de conocerse la baja de precio en agosto por segundo mes consecutivo. Pero desde el campo salieron al cruce de la publicación y advirtieron por las consecuencias negativas de la medida oficial
“Los precios de la carne bajaron desde el momento en que restringimos las exportaciones. No es justo que el precio internacional de la carne vacuna sea el mismo precio que deban pagar nuestros compatriotas. Cuidar la mesa de los argentinos. Ese es nuestro compromiso”, publicó el primer mandatario en su red social que trajo el repudio de los ruralistas.
Así, luego de que el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) difundiera los precios minoristas de agosto de la carne en el mercado local, desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) enfocaron su análisis desde el 20 de junio, fecha en que comenzó a regir la norma que cuotificaba las exportaciones de carne y al que Alberto Fernández puntualizó su análisis.
El informe remarca que en los últimos dos meses el valor del producto bajó. En julio el precio había descendido 0,1% pero en agosto dicho descenso fue más marcado y llegó a 1,4% mientras que el valor de la hacienda cayó 6%.
De todas maneras, el precio de la carne aumentó un 77% comparando agosto de 2021 contra agosto de 2020, según los mismos datos del IPCVA. siendo el lomo, vacío y asado los tres cortes que más alza tuvieron en dicho lapso.
Pero desde el sector agropecuario aseguran que no hay que mirar la foto sino toda la película entera.
En contraposición de lo que afirmó el Presidente de la Nación, desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), una de las entidades de la mesa de enlace, indicaron que “la carne no estabilizó su precio en mostrador por el desacierto de una medida demagógica, anacrónica, y de sesgo antiproductivo, el precio de la carne históricamente demuestra una estacionalidad que se repite todos los años de condiciones normales en esta época, como resultado de la interacción entre la dinámica del mercado de demanda interno y la producción”.
Según el comunicado, los precios de los cortes tienden a estabilizarse, esto sucede cual si obedeciese a leyes naturales y nada tiene que ver con el cierre de las exportaciones. “Es algo que sabemos todos los que formamos parte de la cadena productiva, también lo saben, o deberían saberlo, sus funcionarios Sr. Presidente. La exportación no es antagónica con el mercado interno, sino complementaria, sus propios funcionarios se lo pueden explicar”, criticaron desde la gremial.
“El presidente sigue faltando a su palabra que le dio a la Comisión de Enlace. Nosotros seguiremos mostrando a la opinión pública lo que le pasa al campo”, disparó el titular de CRA, Jorge Chemes, haciendo alusión a la reunión del 12 de junio en la cual Alberto Fernández les había prometido que si bajaba el valor de la carne iba a levantar el cepo.
“La mesa de los argentinos se cuida bajando la inflación que le pega a todos los alimentos, no cerrando exportaciones de un bien empobreciendo a una cadena. Los alimentos no suben por los precios internacionales”, retrucó en primer lugar el presidente de la Sociedad Rural. Nicolás Pino, sobre la publicación de Alberto Fernández.
Precisamente, un informe difundido por esta misma entidad remarcó que desde que comenzaron las restricciones para exportar carne se pierden U$S 8 millones por día, superando ya los U$S 1.000 millones hasta el momento.
En este sentido, el recuerdo de lo que pasó a partir de 2006 cuando Néstor Kirchner cerró las exportaciones de carne está bien fresco. Según un informe de la Fundación Mediterránea, en 2005 un salario medio podía comprar 155 kilos de carne al mes pero en los años siguientes, con la liquidación de animales que generó la intervención y la consecuente depresión en el precio interno de la carne, el poder de compra de los salarios llegó 197 kilos mes en 2009.
Pero en 2010, en un contexto de faltante de carne, los precios internos se dispararon con un incremento del 65%, subiendo muy por encima de los salarios, que habían alcanzado un 26% de aumento. “Por lo que el poder de compra de estos últimos se redujo a 151 kilos, volviendo al nivel que tenía previo al período de fuerte intervención, de hecho, quedando por debajo”, afirmó Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea.